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La traducción de los nombres de El Señor de los Anillos – Mención especial 2001 del ensayo Ælfwine

Mención especial, premios Ælfwine 2001

 

 

por Carlos Márquez Linares

 

Los motivos lingüísticos que impulsaron la escritura de Tolkien, cómo lo reflejó en las lenguas de la Tierra Media al «traducir» el libro original del oestron al inglés, y los aciertos y desviaciones en ese sentido de la traducción española.

 

 

1. INTRODUCCIÓN

La obra de ficción de J.R.R. Tolkien, que ha gozado desde su publicación de gran éxito entre los lectores de todo el mundo, es ya considerada un clásico de la literatura contemporánea. De su éxito de público es buena prueba la reciente elección de El Señor de los Anillos como la novela más popular del siglo XX por los lectores del Literary Times. El interés académico por la obra de Tolkien ha dado lugar a numerosos volúmenes que se han venido publicando sobre ella (Isaacs y Zimbardo 1968, Shippey 1999, Carpenter 1977, Lewis 1991), a tesis doctorales, por ejemplo en la Universidad de Granada (Carretero González 1996) y a cursos universitarios monográficos dedicados a ella, como el de la Dra. Chance en la Rice University [1].

Aunque la obra de ficción de Tolkien es más amplia, en este trabajo nos conciernen sólo aquellos libros relacionados con la Tierra Media, el entorno fantástico creado por este autor. En vida de Tolkien se publicaron El Hobbit (1937) y El Señor de los Anillos (El S. de los A.), que apareció en tres volúmenes entre 1954 y 1955. Una segunda edición de esta obra, revisada, ampliada y con un nuevo prefacio, fue publicada en 1966. El hijo de J.R.R. Tolkien, Christopher Tolkien, ha publicado póstumamente El Silmarillion (1977), que recoge el legendario y la mitología en las que se enmarcan y a las que siguen El Hobbit y El S. de los A., así como una docena de volúmenes sobre la historia narrativa de las obras de su padre.

El objeto de nuestro estudio es analizar la traducción de los nombres propios que aparecen tan sólo en El S. de los A., pero las conclusiones que extraigamos son extensibles a la totalidad de la obra ambientada en la Tierra Media, dado que los principios que subyacen al primero son los mismos en los que se basa la segunda. De hecho, como veremos más adelante, El S. de los A. fue inicialmente concebido como una secuela de El Hobbit y contiene numerosas referencias a las leyendas y personajes de El Silmarillion.

En este trabajo analizaremos, en primer lugar, la importancia de la motivación lingüística en la creación y desarrollo de los mitos tolkienianos. En segundo lugar, dado  que las obras de  Tolkien se basan en la ficción literaria de que se trata de traducciones al inglés de textos anteriores, el autor desarrolló una compleja y rica teoría lingüística y traductológica en torno al volcado al inglés de las distintas lenguas que se empleaban en la Tierra Media. Sus decisiones y reflexiones son de gran interés tanto para el lingüista como para el traductor. Dado su particular inclinación por las cuestiones lingüísticas y traductológicas [2], Tolkien prestó gran atención al modo en que su obra sería traducida a otras lenguas. Consecuencia de este interés fue la guía que elaboró para ayudar a los traductores a enfrentarse a la descomunal tarea de trasladar los nombres propios de El S. de los A. a otras lenguas. En la última parte de este trabajo, analizaremos la traducción al español de El S. de los A. a la luz de las recomendaciones de su autor.

 

2. LA MOTIVACIÓN LINGUÍSTICA EN LA OBRA DE TOLKIEN

Quizá la característica más extraordinaria de El S. de los A. sea su estrecha dependencia de los procesos de invención de unas lenguas que respondieran a las particulares inclinaciones estéticas de su autor:

Nadie me cree cuando digo que mi largo libro es un intento de crear un mundo en el que la forma de una lengua que place a mi estética personal parezca real. Pero es cierto. Alguien me preguntó (entre otros muchos) de qué trataba El S. de los A., y si era una alegoría. Y dije que era un esfuerzo por crear una situación en la que un saludo común fuera elen síla lúmenn‘ omentielmo, y que esa frase preexistía al libro desde mucho tiempo atrás. (Tolkien 1993: 310)

De esta y otras citas del autor se deduce que la invención de lenguas antecede a la creación de historias. Sin embargo, la invención de lenguas no es tan sólo anterior a la invención de la historia, sino que también es su causa. En una carta a su editorial americana, Tolkien escribió con respecto a sus narraciones: “El fundamento es la invención de lenguas. Las “historias” se crearon más bien para crear un mundo que a la inversa. Para mí viene primero el nombre y luego la historia. […] De cualquier modo, para mí [El S. de los A.] es en amplia medida un ensayo sobre «estética lingüística».” (Tolkien 1993: 258).

Este amor por la estética lingüística decidió la profesión de Tolkien y le acompañó toda su vida. En la conferencia titulada “Un vicio secreto” (Tolkien 1998), el profesor de Oxford explica cómo desde su infancia había sentido una inexplicable atracción por la actividad de inventar lenguas que se adecuaran a una estética  particular. Estas preferencias estéticas se vieron alimentadas por sus aproximaciones al inglés antiguo, primero, y más tarde a otras lenguas, como el alto gótico, el galés o el finlandés. De hecho, el Sindarin y el Quenya (o alto élfico), dos de las lenguas “élficas” inventadas por Tolkien, están inspiradas respectivamente en el galés y el finlandés. En este contexto, “inspiración” y “preferencias”  hacen referencia a la fonética de las palabras, esto es, a su imagen acústica, pero también a su morfología, sintaxis e historia. El catedrático de filología no sólo creó lenguas, sino que las dotó de una historia propia y de un intrincado entramado de interrelaciones, largas listas de raíces semánticas básicas y complicadas reglas de derivación fonética.

Pero Tolkien el filólogo sabe que las lenguas por él inventadas no serían plausibles sin una mitología que las acompañara y que estuviera expresada en ellas:

[…], para la perfecta construcción de un idioma como arte se hace necesario levantar al menos un esbozo de una mitología concomitante. No sólo porque algunos poemas serán parte de la estructura concluida (más o menos), sino porque la elaboración de un idioma y una mitología son funciones relacionadas; para dotar a un idioma de un sabor singular, debe haberse entretejido entre las hebras de una mitología individual, […]. (Tolkien 1998:251-2)

Para Tolkien, lengua y mito están indisolublemente unidas. Los mitos son el espíritu, el soplo divino que da vida a las lenguas, ya sean éstas naturales o inventadas. Pero a los ojos de Tolkien los mitos y las historias que en ellos se basan no son puros divertimentos o fábulas fantásticas, sino que los mitos son “invenciones sobre la realidad”. Recreando una conversación entre el entonces agnóstico C.S. Lewis y el católico J.R.R. Tolkien, el biógrafo de ambos, H. Carpenter, pone en labios de Tolkien las siguientes palabras: “By so naming things and describing them you are only inventing your own terms for them. And just as speech is invention about objects and ideas, so myth is invention about truth.” (Carpenter 1977: 151). Para Tolkien, convencido católico, la historia de Cristo es un “mito verdadero” (Carpenter 1977: 151). Vistas desde la perspectiva de su autor, las historias de la Tierra Media no son alegóricas, sino invenciones dotadas de una verdad profunda que las hacen aplicables a nuestro mundo. En una carta a M. Waldman, Tolkien escribe: “Después de todo, creo que las leyendas y los mitos encierran no poco de «verdad»; por cierto, presentan aspectos de ella que sólo pueden captarse de ese modo; y hace ya mucho se descubrieron ciertas verdades y modos de esta especie que deben siempre reaparecer.” (Tolkien 1993: 175)

Así pues, la historia narrativa de El S. de los A. no se limita a la invención y plasmación de su trama a lo largo de los más de veinte años que Tolkien invirtió en su redacción, sino que ésta es tan sólo del final de un largo proceso de creación. Este proceso comienza con la invención de varias lenguas emparentadas entre sí, idiomas completos que seguirían evolucionando a lo largo de la vida de su autor. Para dotar de vida a las lenguas, se crea un mundo en el que esas lenguas sean posibles, y se dota a ese mundo de una completa mitología. Esta tarea también continúa durante toda la vida de su autor y queda incompleta a su muerte. Entretanto, Tolkien publica El Hobbit, una historia para niños que no depende de la mitología preexistente pero contiene referencias a ésta y a las lenguas que la informan. El Hobbit se convierte en un inesperado éxito de ventas y sus editores presionan a Tolkien para que escriba una secuela. Esta nueva historia, de tono más elevado y serio que su antecesora, acaba viéndose arrastrada al mundo que ya se entreveía en El Hobbit y se convierte en el último episodio del ciclo mitológico creado para ambientar unas lenguas inventadas muchos años atrás.

Este complejo trasfondo se percibe en El S. de los A. como un paisaje desdibujado pero muy completo y complejo que, en palabras del propio Tolkien, “lo conmueve a uno porque transmite la sensación de infinitas historias no contadas” (Tolkien 1993: 133). Es este intrincado contexto preexistente el que confiere a El S. de los A. la profundidad que Tolkien creía tan importante para mantener la suspensión voluntaria de la incredulidad, condición necesaria para el “éxito” de cualquier Mundo Secundario. Al mismo tiempo, esta complejidad se materializa en una extraordinaria abundancia de nombres propios pertenecientes a lenguas sólo entrevistas que hacen extremadamente difícil la tarea del traductor.

 

 

3.TOLKIEN COMO TRADUCTOR

3.1. Variedad lingüística en la Tierra Media

La Tierra Media no es exactamente una Utopía, en su sentido etimológico, esto es, una región que no se encuentra en ningún lugar. La ficción literaria sobre la que se asienta la Tierra Media es que se trata de nuestro propio mundo en un momento muy lejano de la historia, más allá de la memoria de los hombres.

En la Tierra Media sobre la que escribe Tolkien los hombres no eran aún la raza hegemónica, y compartían el mundo con otras criaturas inteligentes, esto es, dotadas de habla. De entre estas criaturas destacan los eldar o quendi, las palabras que los designan en su propia lengua y que Tolkien traduce como elfos. El propio Tolkien expresó más tarde su descontento con esta traducción, por sus -para él- perversas connotaciones populares de seres diminutos a veces incluso alados y de carácter despreocupado e incluso travieso. Los elfos de Tolkien son seres a la vez tristes y alegres, pero siempre distantes. Son. en el fondo, personificaciones de las más altas cualidades creativas y estéticas del ser humano. Coherentemente con esto, se adjudica a los elfos la mayor capacidad lingüística entre los seres racionales y sus dos principales lenguas -sindarin y quenya- son las más desarrolladas y completas de las inventadas por Tolkien.

Los hombres de la Tierra Media presentan una enorme variedad lingüística, pero sólo el adûnaico, un idioma con cierto sabor semítico, fue exhaustivamente desarrollada por Tolkien. De las otras lenguas sólo se encuentran palabras aisladas y nombres propios. El adûnaico es la lengua de los así llamados númenóreanos, supervivientes de una catástrofe de proporciones atlantideas a los que se atribuye la mayor sabiduría y nobleza entre los pueblos humanos. De la hibridación del adûnaico con las otras lenguas humanas del oeste de la Tierra Media,  lejanamente emparentadas con aquél, surge el oestron, o Lengua Común del Oeste, hablada en todas las tierras donde se desarrolla la trama de El S. de los A. El artificio de una lengua común compartida por los distintos pueblos -y razas- de la Tierra Media es doblemente útil, puesto que permite, por una parte, la comunicación entre los muy variados personajes del libro y, por otro lado, hace posible su traducción -ficticia- a una sola lengua meta.

Tolkien también desarrolló, aunque en menor medida, la lengua de los Khazad, un término que tradujo como enanos. Es éste un pueblo que se describe como misterioso y encerrado en sí mismo, con gran amor por los trabajos en piedra y la metalurgia. Los enanos son otro trasunto de la creatividad humana y de la relación, en este caso celosa y posesiva, de los creadores con lo creado. La lengua de los enanos, al igual que el adûnaico, también tiene resonancias semíticas. Asimismo, en El S. de los A., aparecen palabras aisladas pertenecientes a las lenguas de los hobbits y los ents, dos pueblos cuyas características y motivaciones son invenciones enteramente originales de Tolkien.. Finalmente, cabe mencionar algunas frases y palabras sueltas en la Lengua Negra,  el idioma cuya creación en el libro se atribuye a Sauron, el Señor de los Anillos, y en los dialectos de los orcos, sus abominables servidores.

Para Tolkien, el mantenimiento coherente de la ficción literaria era una condición indispensable para el éxito del “Mundo Secundario” de la Tierra Media y las historias que en él se desarrollan. Hablando de los cuentos de hadas, el género al que adscribía El S. de los A., Tolkien decía:

Mas no parece que esa [voluntaria suspensión de la incredulidad] sea una buena definición de lo que ocurre. Lo que en verdad sucede es que el inventor de cuentos demuestra ser un atinado «sub-creador». Construye un Mundo Secundario en el que tu mente puede entrar. Dentro de él, lo que se relata es «verdad»: está en consonancia con la leyes de ese mundo. Crees en él mientras estás, por así decirlo, dentro de él. Cuando surge la incredulidad, el hechizo se rompe: ha fallado la magia, o más bien el arte. Y vuelves a situarte en el Mundo Primario, contemplando desde fuera el pequeño Mundo Secundario que no cuajó. (Tolkien 1998: 161-2).

Como hemos señalado más arriba, El S. de los A. se basa en la ficción literaria de que el autor del libro se limita a traducir al inglés un volumen muy anterior en el tiempo, el Libro Rojo de la Marca del Oeste, escrito inicialmente en oestron, o lengua común de la Tierra Media. En los voluminosos apéndices a El S. de los A. se dedica un apartado a explicar qué principios se habían seguido a la hora de traducir el manuscrito. Para Tolkien, el meticuloso sub-creador, la invención de una lógica para la traducción del ficticio Libro Rojo es una importante herramienta “artística” para mantener el “hechizo” del Mundo Secundario. A continuación describiremos brevemente el complejo sistema de equivalencias desarrolladas por Tolkien que constituyen esa lógica de traducción.

 

3.2. La lógica de traducción: un artificio cuidadosamente tramado

La enorme variedad lingüística de la Tierra Media, descrita en la primera parte de este apartado, era, naturalmente, extremadamente difícil de traducir, pero el mayor escollo estaba salvado por la existencia del oestron, o lengua común:

Al presentar el asunto del Libro Rojo como historia que pueda leer la gente de la actualidad, el entero marco lingüístico se ha traducido en la medida de lo posible a términos de nuestro propio tiempo. Sólo las lenguas ajenas a la Lengua Común se han dejado en su forma original, pero éstas aparecen sobre todo en los nombres de personas y lugares.

La lengua Común, como lenguaje de los hobbits y sus historias, inevitablemente se ha volcado al inglés moderno. En el proceso de traducción se han reducido las diferencias entre las variedades observadas en el oestron. (Tolkien 1993: 1229)

Para hacer más creíble la existencia de la ficticia Lengua Común, y por tanto el Libro Rojo, en la sección SOBRE LA TRADUCCIÓN del Apéndice F, Tolkien reconstruye algunos nombres en oestron a partir de sus supuestas traducciones al inglés y explica cuál fue la lógica que siguió para volcarlas. Una dificultad añadida a esta tarea es que algunos de los nombres propios de El S. de los A. son a menudo traducciones o versiones al inglés de nombres preexistentes en élfico. Pero, para apoyar la ficción de un libro escrito en oestron, entre la lengua origen real de los nombres (el élfico) y la lengua meta real (el inglés), Tolkien crea en el apéndice elementos artificiales en oestron. En el Mundo Secundario de El S. de los A., ésta será a la vez lengua meta de los términos élficos y lengua origen de su traducción al inglés.

Brandywine. The hobbit-names of this river were alterations of the Elvish Baranduin (accented on and), derived from baran ‘golden brown’ and duin ‘(large) river’. Of Baranduin Brandywine seemed a natural corruption in modern times. Actually the older hobbit-name was Branda-nîn ‘border-water’, which would have been more closely rendered by Marchbourn; But by a jest that had become habitual, referring again to its colour, at this time the river was usually called Bralda-hîm ‘heady ale’.  (Tolkien 1991:1112)

Esta cita, verdaderamente intrincada, da muestra de los esfuerzos del autor por presentar un marco plausible a su lógica de traducción. Como se puede apreciar, en este caso es la “corrupción” del nombre original en oestron la que ofrece una traducción más cercana al significado original del nombre en élfico, que hace referencia al color castaño del río. La Tabla 1 refleja las relaciones entre los distintos nombres que el río Brandivino recibe en sindarin, el dialecto hobbit del oestron e inglés:

  élfico

  (sindarin)

  oestron

  (lengua común)

  inglés

Baranduin Branda-nîn Marchbourn
Bralda-hîm Brandywine
Tabla 1

 

Las lenguas no humanas y, por tanto, no relacionadas con el oestron, aparecen en El S. de los A. sin cambios ni traducciones. Así ocurre, por tanto, con el élfico, la lengua de los enanos, la de los ents y la lengua negra. Las lenguas humanas no emparentadas con el oestron tampoco serán traducidas. Sin embargo, aquellos idiomas que en el mundo imaginado por Tolkien están relacionados con el oestron han de ser sustituidas por lenguas históricamente vinculadas al inglés, que es la lengua por la que se traduce el oestron.

Así ocurre con los nombres de personas y lugares que en El S. de los A. reciben nombres en lenguas pertenecientes a pueblos emparentados con los númenóreanos, ya que el adûnaico, la lengua de los númenóreanos, es el origen principal del oestron, la lengua común traducida al inglés. Tolkien, coherentemente, tradujo estos nombres a lenguas históricamente relacionadas con el inglés. Así, la lengua de los Rohirrim, unos cercanos parientes de los numenóreanos con una lengua arcaica, fue volcada al inglés antiguo (Théoden, Éomer, éotheod, Halifirien). La lengua de los hombres de Valle -y los nombres de los enanos que vivían cerca de ellos- fue sustituida por el noruego antiguo y muchos de sus nombres fueron extraídos de las sagas islandesas (Bard, Brand, Fili, Balin) [3]. Los hombres de Rhovanion recibieron nombres en alto gótico (Vidugavia, Vidumavi) y la lengua de los dunlendinos, muy lejanamente emparentados con los númenóreanos,  fue adaptada con resonancias célticas (Bree, Chet, forgoil).

Como se ha demostrado, Tolkien se tomó grandes molestias en sustentar teórica y prácticamente la ficción literaria de que El S. de los A. era una traducción de una obra anterior. En sus manos, el conocimiento lingüístico y traductológico se convirtió en un poderoso instrumento artístico en apoyo de la credibilidad de su Mundo Secundario.

 

4. LAS TRADUCCIONES DE TOLKIEN

Coherentemente con la minuciosidad con que Tolkien construyó el artificio de que El S. de los A. es la traducción de una obra preexistente, también se interesó por el modo en que su obra sería traducida a otras lenguas. En una carta a Allen & Unwin, sus editores ingleses, escribió:

Deseo evitar la repetición de la experiencia de la traducción sueca de El Hobbit. Descubrí que en ella se habían tomado injustificadas libertades con el texto y otros detalles sin consulta ni aprobación. […] Considero el texto de El Señor de los Anillos (con todos sus detalles) mucho más delicado. No aprobaré alteraciones, mayores o menores, redisposiciones o abreviaturas de este texto, a no ser que procedan de mí mismo o que tengan mi aprobación. Espero seriamente que se tenga en cuenta esta preocupación mía. (Tolkien 1993: 292)

Una vez El S. de los A. se comenzó a publicar en otros países, el conocimiento que tenía Tolkien de muchas lenguas germánicas le convirtió en un muy severo juez de sus traducciones. Así, una vez más con respecto al tratamiento de los nombres propios en la edición sueca de El S. de los A., Tolkien escribió a sus editores: “Concediendo la legitimidad o la necesidad de la traducción [de los nombres propios] (cosa que no hago, salvo en un grado muy limitado), ésta no me parece exhibir gran habilidad y contiene un número de bastante crecido de errores positivos.” (1993: 308) En una carta posterior (1993: 355) añadirá que “los traductores son culpables de algunos errores muy extraños. (como lo sería yo si tuviera que trabajar bajo la presión de un tiempo limitado).”

La preocupación de Tolkien por la traducción de los nombres inventados que aparecen en sus historias le llevó a escribir su “Guide to the Names in The Lord of the Rings” (en Lobdell 1975). Son probablemente pocos los autores que han llegado a escribir un manual de ayuda para la traducción de sus obras, pero Tolkien va más lejos: en su Guía, no se limita a apuntar principios generales, sino que da indicaciones precisas para la traducción de más de 250 nombres propios y expresiones en El S. de los A., sugiriendo incluso traducciones concretas para algunas lenguas germánicas, como el alemán o el noruego.

Las recomendaciones de Tolkien en esta Guía son coherentes con sus propios principios como traductor. Aquellos nombres y expresiones que aparecieran en las lenguas por él inventadas no debían ser traducidos. Los nombres en la Lengua Común (volcada como inglés) cuyo significado fuera transparente debían ser traducidos a la lengua meta. Sin embargo, una larga serie de nombres eran más complejos, puesto que, en palabras de Tolkien, “the author […] has taken pains to produce a Common Speech name that is both a translation and also (to English ears) euphonious name of familiar English style, even if it does not actually occur in England”. (Tolkien 1975: 153). En estas ocasiones, Tolkien da libertad al autor para inventar un término fonéticamente aceptable a la lengua meta y semánticamente apropiado. En otros casos, como los apellidos de los hobbits, los orígenes de los nombres son elementos oscuros o dialectales en inglés, pero plenamente significativos e intencionales para su autor. La Guía aclara estas raíces y facilita significativamente la labor del traductor, para quien de otra manera el significado de muchos nombres probablemente habría pasado desapercibido.

Especialmente conflictivo es el caso de los nombres pertenecientes a la lengua de los rohirrim, expresados por Tolkien en inglés antiguo. La dificultad radica en su similitud al inglés moderno en algunos casos y en el hecho de que algunos han sido modernizados. Este es el caso de Shadowfax y  Greyhame. Tolkien aconseja traducir sólo los nombres modernizados. En cualquier caso, el sabor “inglés” de la lengua rohir se perderá para los lectores de las traducciones, a menos que gocen de cierta familiaridad con la historia de la lengua inglesa.

Las traducciones al español de El S. de los A. de las que nos ocuparemos son la perteneciente a la edición de Minotauro, hecha por Luis Doménech y publicada en 1978 (3 vols.), y la más reciente de Matilde Horne, Luis Doménech y Rubén Masera, publicada también por Minotauro en 1993 (1 vol.). A pesar de los 15 años transcurridos entre ambas traducciones, las divergencias son mínimas en lo que atañe a la traducción de nombres propios, como veremos más adelante.

En el APÉNDICE de este trabajo se incluye un análisis pormenorizado de todos los nombres incluidos en el índice onomástico de El S. de los A. cuya traducción no es transparente. La única discrepancia significativa entre las dos traducciones analizadas es Bamfurlong, una palabra que en la edición de 1978 es eliminada pero en 1993 se traduce como Bam. Aquellos nombres propios que no aparecen en la “Guide to the Names in The Lord of the Rings” pero presentan alguna dificultad para el traductor han sido incluidos en cursiva. A continuación de cada nombre se indica su traducción al español entre paréntesis. Según el tratamiento recibido, los nombres se dividen en TRADUCIDOS, ADAPTADOS y NO TRADUCIDOS. Según la fidelidad a las recomendaciones de Tolkien, en cada uno de estos grupos el tratamiento puede ser ortodoxo, esto es, respetuoso con esas indicaciones, parcialmente ortodoxo y heterodoxo. Por seguir las divisiones del índice onomástico, los términos se han dividido a su vez en nombres de personas, de lugares y de cosas.

Lo primero que llama la atención de este tratamiento es que la mayor parte de los nombres propios son traducidos de manera ortodoxa, incluso en los casos en los que el significado original de la palabra es oscuro o llama a engaños. Este es el caso de Hardbottle, traducido adecuadamente como Casadura (proveniente del inglés antiguo botl, edificación y no del inglés contemporáneo bottle) o Gladden Fields, del cual Campos Gladios es una magnífica traducción , ya que Gladden no se refiere al verbo homónimo sino a una planta acuática que en español también se denomina gladio (espadaña de agua). Otras traducciones especialmente adecuadas son, por ejemplo Fontegrís por Hoarwell, Acebeda por Hollin o Belinfantes por Fairbairns. Estos aciertos, en la línea de lo sugerido por el propio Tolkien, permiten pensar que los traductores utilizaron la Guía en su trabajo.

Encontrar nombres eufónicos que trasladen de manera adecuada el significado original es difícil, pero los traductores han salido airosos en la mayor parte de las ocasiones. Quizá sería posible encontrar mejores expresiones para otras traducciones como Campos Tumularios (Barrow Fields = ¿Campos de los Túmulos?) o Valle Emboscado (Derndingle = ¿Valle Oculto?). En cualquier caso, aquí nos movemos ya casi en el terreno de las  preferencias estéticas individuales.

Sin embargo, en unos pocos casos, las traducciones de nombres propios son sólo parcialmente ortodoxas por varias razones. La más frecuente es que sólo se traduce una de las partes de un nombre compuesto, como Beechbone (Hayala en vez de “hueso de haya”[4]), Barrow-wight (tumulario, en vez de “espectro del túmulo”), Skinbark (Corteza en vez de “piel de corteza”), Puddifoot (Barroso, en vez de “pies con barro”), Smallburrow (Madriguera en vez de “madriguera pequeña”), Thistlewool (Cardoso en vez de “pelusa de cardo”), Flourdumpling (Pastelón en vez de “masa para la sopa”), Harfoot (piloso en vez de “pie peludo), Heathertoes (Matoso en vez de “dedos de brezo”), Holman (Cavada en vez de “cavador”), Rushlight (Juncales en vez de “junco ligero”), Brockenbores (los tejones en vez de “tejonera”), Frogmorton (Ranales en vez de “laguna de las ranas”), Lockholes (Celdas en vez de “agujeros de encerrar”), Stonewain Valley (Pedregal de las Carretas en vez de “valle del pedregal de las carretas”). Esta elección puede ser motivada porque en español la composición de palabras es un recurso más limitado que en inglés y por la exagerada extensión de las posibles traducciones ortodoxas alternativas, como se puede ver por los significados literales apuntados. En la mayor parte de los casos se traduce el componente más importante del compuesto, pero a veces se pierde información interesante, como que los tumularios son seres espectrales que habitan los túmulos o que en los nombres de los hobbits son importantes referencias a sus pies (Puddifoot, Harfoot).

El segundo grupo de traducciones parcialmente ortodoxas es el que parece malinterpretar parte del significado de un nombre original compuesto. En este grupo se encuentran Cebadilla Mantecona por Barliman Butterbur (donde Butterbur hace referencia a algún tipo de flor, no a la mantequilla), Quebradas de los Túmulos por Barrow Downs (donde colinas o montes sería una mejor traducción), Valle del Bosque por Coomb (no hay referencia a un bosque), Bajo por Deeping (mejor barranco o escarpadura), Patio del Árbol por Treegarth (patio o huerto de los árboles, en plural), o Poney pisador por Prancing Poney (se pierde la referencia a las cabriolas del poney).

Un último grupo de traducciones parcialmente ortodoxas abarca nombres propios cuya traducción implica la pérdida de ciertas connotaciones (fronteros no incluye la connotación “avasallador” de bounder) o añade connotaciones engañosas que no existían en el original (Granujo por Pimple). Asimismo, gaffer y tío comparten la connotación de persona mayor e incluso entrañable, pero aunque Sam llama the gaffer a su padre, es difícil que un hablante de español se refiera al suyo como “el tío”.

Las traducciones de otra serie de nombres de personas, lugares o cosas no concuerdan con las recomendaciones de Tolkien, como Banks (que se refiere a la orilla de un río), Leaflock (pelo de hoja), shirrif (comarcales), Cotton (casero), Bamfurlong (campo de judías), o evermind (no-me-olvides está expresamente desaconsejada). Otras son traducidas cuando Tolkien recomienda mantenerlas sin cambios o adaptarlas, como Stoor (Fuerte), Windfola (Hoja de Viento), Bamfurlong (Bam), Dimholt (Bosque Sombrío), Dunharrow (Sagrario), Riddermark (Marca de los Jinetes). Finalmente, wose desaparece de ambas ediciones y Bamfurlong de la primera.

En el apéndice se incluye asimismo una serie de nombres adaptados a la fonética y grafía españolas según las recomendaciones de Tolkien y otros nombres adaptados sin que Tolkien lo aconsejara (ucorno y huargo son las más llamativas).

Por último, las traducciones españolas introducen sin cambios unas pocas palabras que Tolkien aconsejaba traducir (Rumble, Evendim) o adaptar (Lune).

En resumen, se puede decir que las traducciones de El S. de los A. al español son en gran medida ortodoxas con las recomendaciones de Tolkien, aunque en algunas ocasiones se apartan inexplicablemente de ellas. En cualquier caso, las desviaciones de traducción son mínimas y no tan flagrantes como en la traducción de Cuentos Inconclusos (Tolkien 1990), que incluía discrepancias tan llamativas como “Samlisto” por Samsagaz (Samwise), uno de los personajes principales de El S. de los A., y traducciones y adaptaciones de nombres en inglés antiguo como “Rey Yelmo” por King Helm, “Yelmo de Elfo” por Elfhelm y “Grimbol” por Grimbold, cuando Tolkien expresamente desaconseja traducir los nombres en inglés antiguo. Estos errores son tanto más evidentes por cuanto que en las traducciones de El S. de los A. esos nombres han sido adecuadamente tratados.

 

5. CONCLUSIÓN

En este trabajo se ha demostrado que el factor lingüístico es decisivo para la génesis de El S. de los A. El mundo en el que la novela está ambientada fue desarrollado para servir de trasfondo a los mitos que Tolkien consideraba necesarios para dar vida a las lenguas que inventaba. La motivación de la obra es, por tanto, en última instancia lingüística. Para Tolkien, ser filólogo no era una profesión, sino una manera de estar en el mundo.

Desde esta perspectiva, la traducir adecuadamente los nombres que aparecen en El S. de los A. es una tarea revestida de gran importancia. Estos nombres son el trasunto de los mitos y las lenguas que son la verdadera razón de ser del libro, los “lejanos paisajes apenas entrevistos”. Consciente de esta importancia, Tolkien prestó gran atención a mantener la ficción de que la novela era una traducción de un manuscrito anterior, por una parte, y al modo en que ésta sería traducida a otras lenguas. Por ejemplo, a menudo expresó su descontento por la elección de “elfo” para traducir el nombre “eldar”, el término con que designaba al pueblo que mejor simbolizaba sus ideas acerca del arte y la creación.

Las traducciones de El S. de los A. al español analizadas en este trabajo son en gran medida coherentes con las instrucciones que Tolkien dio al respecto. Sin embargo, es difícil trasladar a otra lengua la riqueza lingüística de la Tierra Media. Así, mientras la Lengua Común (inglés en el original) se traduce por el castellano, aquellas lenguas relacionadas con el oestron continúan siendo representadas por palabras pertenecientes a lenguas relacionadas con el inglés, según las indicaciones del propio autor. Por tanto, las conexiones entre la Lengua Común y las lenguas de otros pueblos, cuidadosamente elaboradas por Tolkien, se pierden en la traducción española. Quizá sea este un ejemplo más de las limitaciones inherentes al proceso de traducción.

 

 

6. BIBLIOGRAFÍA

  • CARPENTER, H. 1995 (1977) JRR Tolkien. A Biography. Londres: Harper Collins.
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  • TOLKIEN, J. R. R. 1991 (1954, 1955) The Lord of the Rings. London: Harper Collins.
  • TOLKIEN, J. R. R. 1993 El Señor de los Anillos. Minotauro: Barcelona.
  • TOLKIEN, J. R. R. 1996 (1937) The Hobbit. London: Harper Collins.
  • TOLKIEN, J. R. R. 1998 Los Monstruos y los Críticos y otros Ensayos. Barcelona: Minotauro.

 

APÉNDICE: LA TRADUCCIÓN DE LOS NOMBRES EN EL SEÑOR DE LOS ANILLOS

1. NOMBRES TRADUCIDOS

1.1. Traducción ortodoxa:

Personas: Appledore (Manzanero), Baggins (Bolsón), Bracegirdle (Ciñatiesa), Brandybuck (Brandigamo), Brockhouse (Tejonera), Chubb (Redondo), Elven (elfo, élfico), Evenstar (Estrella de la Tarde), Fairbairns (Belinfantes), Fallohides (Albos), Fatty Lumpkin (Gordo Terronillo), Ferny (Helechal), Firefoot (Pies de Fuego), Greyhame (Capagrís), halfling (Mediano), Marigold (Maravilla=caléndula, pero polisemia?) Mugwort (Artemisa), neekerbreeker (niquebrique, pero plural), Noakes (Nogales), oliphaunt (olifante), Pickthorn (Abrojos), Proudfoot (Ganapié), Quickbeam (Ramaviva), Sackville-Baggins (Sacovilla-Bolsón), Shadowfax (Sombragrís), Sharkey (Zarquino), Shelob (Ella-Laraña), Grubb (Cavada), Hornblower (Corneta), Goodbody (Tallabuena), Swerting (Endrino), Goatleaf (Madreselva), Gamgee (Gamyi), Goldberry (Baya de Oro), Took (Tuk), Treebeard (Bárbol), Twofoot (Dospiés), Underhill (Sotomonte), Wandlimb (Miembros de Junco), Whitfoot (pieblanco), Wingfoot (pies alados), Wormtongue (Lengua de Serpiente), Hayward (Guardacercas). Black Pit (Abismo negro), Strider (Trancos), Longshanks (Patas Largas), Elfstone (Piedra de Elfo), Bardings (Bárdidos), Beornings (Beórnidas), Entmoot (Cámara de los Ents), Burrow (Madriguera), Tunnelly (Tunelo).

Lugares: Bag End (Bolsón Cerrado), Bagshot Row (Bolsón de Tirada), Barrowfield (Campo Tumulario), Blackroot Vale (Valle de la Raíz Negra), Brandy Hall (Casa Brandi), Bucklebury (Gamoburgo), Budgeford (Bolgovado), Bywater (Delagua), Cloudyhead (Monte Nuboso), Crickhollow (Cricava), Derndingle (Valle Emboscado), Dimrill Dale (Valle del Arroyo Sombrío), Dwarrowdelf (Mina del Enano), Ettendales, Ettenmoors (Valles de Etten, Landas de Etten), Farthing (Cuaderna), Fenmarch (Frontera de los Pantanos), Gladden Fields (Campos Gladios), Hardbottle (Casadura), Haysend (Fin de la Cerca), Hoarwell (Fontegrís), Hollin (Acebeda), Hornburg (Cuernavilla), Langstrand (Playa Larga), Limlight (Limclaro), Longbottom (Valle Largo), Marish (Marjala), Midgewater Marshes (Pantano de Moscagua), Mirkwood (Bosque Negro), Mirrormere (Lago Espejo), Norbury (Norburgo), Rushey (Junquera), Silverlode (Cauce de Plata), Silvertine (Cuerno de Plata), Snowbourn (Río Nevado), Staddle (Entibo), Starkhorn (Pico Afilado), Tarlang’s Neck (Desfiladero de Tarlang), Tightfield (Campo del Cordelero), Tindrock (Escarpa), Waymeet (El Cruce), Wetwang (Cancha Aguada), Whitfurrows (Surcos Blancos), Withywindle (Tornasauce), Deadmen’s Dike (Muro de los Muertos), Evereven (Atardecer eterno), Ivy Bush (Mata de Hiedra), Noman’s Lands (Tierras de nadie).

Objetos: Kingsfoil (Hojas de reyes), Springle-ring (repique de campanas).

 1.2. Traducción parcialmente ortodoxa:

Personas: Beechbone (Hayala), Barrow-wight (tumulario), Bounders (Fronteros: connotaciones), Barliman Butterbur (Cebadilla Mantecona), Skinbark (Corteza), Pimple (Granujo: connotaciones), Puddifoot (Barroso), Smallburrow (Madriguera), Thistlewool (Cardoso), Flourdumpling (Pastelón), Harfoot (piloso), Heathertoes (Matoso), Holman (Cavada), Rushlight (Juncales), Gaffer (Tío).

Lugares: Barrow-Downs (Quebradas de los Túmulos), Brockenbores (los tejones), Coomb (Valle del Bosque), Deeping (Bajo), Frogmorton (Ranales), Lockholes (Celdas), Stonewain Valley (Pedregal de las Carretas), Stoningland (Pedregales), Sunlands (Tierras del Sur), Treegarth (Patio del Árbol), Upbourn (Nevado Alto), Prancing Poney (Poney Pisador).

Objetos: Westmanweeds (tabaco occidental).

 1.3. Traducción heterodoxa:

Personas: Banks (Bancos), Cotton (Coto), Leaflock (zarcillo: pelo de hoja), Shirriff (oficial), Stoor (Fuerte), Windfola (Hoja de Viento), wose (eliminada).

Lugares: Bamfurlong (Bam) [eliminada], Dimholt (Bosque Sombrío), Dunharrow (Sagrario), Riddermark (Marca de los Jinetes).

Objetos: evermind (no-me-olvides).

 

2.  NOMBRES ADAPTADOS

2.1. Adaptación ortodoxa:

 Eastemnet (Estemnet), Westemnet (Oestemnet) Westernesse (Oesternesse), Rivendell (Rivendel).

2.2. Adaptación heterodoxa:

Sunlending (Sunlendin), Warg (huargo), Huorn (Ucorno).

 

3.  NOMBRES NO TRADUCIDOS:

3.1. De manera ortodoxa:

Bolger, Maggot, Forn, Orald, ent, Isengrim, Archet, Chetwod, Firien, Folde, Scary.

3.1. De manera heterodoxa:

Rumble, Evendim (mapa: Lago del Crepúsculo), Lune.

 


NOTAS

[1] http://www.ruf.rice.edu/~jchance/tolkien.html

[2] Tolkien estaba en posesión de la cátedra Rawlingson y Bosworth de filología en Oxford y publicó varias traducciones de algunas de las más importantes obras literarias anglosajonas, como Sir Gawain and the Green Knight y Beowulf, entre otras.

[3] En este caso se trata, realmente, de una post-creación. Los enanos de El Hobbit recibieron nombres en islandés cuando la trama de dicha novela no había sido aún ligada al legendario anterior. Una vez el mundo de El Hobbit se vio arrastrado a la Tierra Media, fue necesario explicar por qué los enanos recibían nombres escandinavos y no en la lengua inventada para ellos. El artificio tramado por Tolkien es que los enanos recibían unos nombres secretos en su propia lengua, pero tomaban nombres “públicos” en las lenguas de los pueblos humanos con los que convivían. Fue entonces conveniente que los hombres de Valle estuvieran relacionados con los Númenóreanos para que los nombres que los enanos tomaban de la lengua de Valle pudieran ser traducidos al islandés, una lengua históricamente ligada al inglés.

[4] En ningún caso sugiero traducciones mejore, sino que me limito a trasladar el significado literal.