En esta ocasión traemos el análisis de una de las ilustraciones que Tolkien hizo para el Silmarillion. Este artículo fue publicado originalmente en la Estel 82 y es obra de María Jesús Lanzuela «Selerkala.»
Hoy vamos a analizar «Estancias de Manwë», una de las ilustraciones sobre El Silmarillion más afamadas de las realizadas por J.R.R.Tolkien. Data del verano de 1928, y su título completo es «Estancias de Manwë en las Montañas del Mundo situado encima de Faerie», aunque comunmente se la conoce como «Taniquetil», puesto que la protagonista de la ilustración es la montaña con ese nombre. Es una obra que continúa en la línea estética de las ilustraciones de paisajes de ésta época, con líneas marcadas y un uso magistral de la acuarela, que es una de las técnicas más delicadas de las que se usan en pintura, ya que no permite ‘arrepentimientos’ como el óleo, en el que se puede corregir una imagen pintando encima.
Tolkien nos presenta aquí a la mayor de las montañas de su mitología. En sus escritos, el Profesor nos la describe como una altísima montaña en cuya cima Manwë y Varda vivían en una casa de mármol blanco y azul sobre la nieve. Si os fijáis atentamente, podréis ver en esa cima la silueta de una edificación, destacada por el intenso toque de luz mediante el uso del blanco puro. Es una acuarela que sirve para ilustrar la descripción del texto, por eso podemos ir viendo detalles de su narración descritos en su pintura:
Además de las estancias de Manwë de la parte superior, en la falda de la montaña, a la derecha, encontramos un grupúsculo de casas, hogar de los Teleri, los elfos navegantes,con uno de sus barcos muy cerca de la ciudad, navegando en la costa. Otro de esos barcos lo vemos más cercano al espectador, y en él apreciamos varios detalles: es un barco con forma de cisne erguido, mezclado con la forma de un drakkar, típico barco vikingo, con remos y una vela cuadrada, que aquí vemos decorada con un gigantesco sol naranja, henchida al viento sobre un mar en calma. Si miramos con atención, veremos a uno de los elfos Teleri en la popa del barco, con un gorro puntiagudo amarillo similar a los que los elfos verdes y gnomos rojos del Polo Norte llevan en las ilustraciones de Las Cartas de Papá Noél. Esto es algo completamente normal en un artista, ya que suelen reutilizar estilismos y personajes en diferentes temáticas de sus obras.
En general es una escena calmada, con colores fríos predominantes (sobre todo azules y grises) en fracciones separadas por líneas ‘de dibujo’ blancas, muy en la línea de otras ilustraciones como la portada de la primera edición de El Hobbit, y que sirven para dar volumen y sensación de ladera escarpada a la montaña. En la parte superior, un cielo nocturno oscuro y estrellado por Varda, aparece roto únicamente por la gran mancha de luz sobre las estancias de Manwë y su esposa. Dado que la escena descrita pertenece a una época en que los Dos Árboles de Yavanna yahabían sido destruídos por Melkor y Ungoliant, podemos ver en el lado derecho la Luna, y en el izquierdo el Sol, con una clara sensación de frío y calor respectivamente, lograda por los tonos de acuarela empleados.
En la parte del Sol es donde Tolkien concentra los amarillos y naranjas que aportan calidez a una escena nocturna y fría por lo general, y pese a ser predominante la noche, es una escena clara y ‘luminosa’. También se aprecian las capas atmosféricas con líneas grises horizontales que rompen la gran verticalidad de Taniquetil. Tolkien escribió: «Si Valinor está oscurecida y este aire no es purificado por la Luz del Reino Bienaventurado, adopta una forma de sombras y nieblas grises.», y esto es justo lo que observamos aquí, ya que la franja de niebla gris difumina la parte media de la montaña. La sensación general es de ‘calma chicha’, como se diría utilizando un lenguaje náutico, y quizá por eso es una de esas ilustraciones que podríamos observar embelesados durante largo tiempo. Aunque también es cierto que siempre encontramos pequeños matices y dtalles que a simple vista pueden pasar desapercibidos, como por ejemplo las Pléyades que Tolkien ilustra en la esquina superior izquierda del cielo estrellado, y que son fácilmente identificables como un nexo de unión con nuestro ‘mundo real’.
Tolkien: sencillo y detallista. Genio humilde y perfeccionista. Siempre sorprende y deleita… Y por eso nos gusta tanto.