Por Ana María Mariño «Veryore». Artículo publicado originalmente en la revista ESTEL 91.
Primera parte: Los orígenes familiares – Seguda parte: El legado – Cuarta parte: C.S. Lewis – Quinta parte: Stanley Unwin
Continuamos esta serie de artículos en la que seguimos desvelando más detalles relativos a las personas importantes en la vida de Tolkien. El padre Francis Morgan, tutor de Tolkien y una de las personas que más le influyó durante su juventud.
Uno de los aspectos de la biografía de J. R. R. Tolkien que ha recibido menos atención por parte de la crítica ha sido la importancia de la figura del padre Francis Morgan (1857-1935), salvo en su oposición a la relación durante la adolescencia que tuvo Tolkien con la que llegaría a ser su mujer, Edith Bratt. Gracias a este hombre, John Ronald Reuel llegó a ser lo que fue y tomó contacto con lo hispánico. Afortunadamente, nuestro compañero de la STE José Manuel Ferrández Bru «Gimli», ha investigado la figura, vida y antecedentes de Francis Morgan en una obra que ya se ha publicado en varios idiomas. Este sacerdote, que nunca quiso perder sus raíces y que siempre que pudo viajó a España, procedía de una familia española con unos significados antecedentes en el mundo de las letras, los Böhl de Faber.
Juan Nicolás Böhl de Faber (Hamburgo, 1770 – Cádiz, 1836) fue un hispanista alemán de gran importancia para el Romanticismo español, debido a su papel fundamental en el redescubrimiento del teatro del Siglo de Oro y, en particular, de Calderón de la Barca. Tuvo como tutor a Joachim Heinrich Campe y recibió una esmerada educación. Se estableció en Cádiz con la casa comercial fundada por sus padres, donde fue cónsul de Federico Guillermo III de Prusia y apoderado general de las bodegas que, en el Puerto de Santa María tenían Sir James Duff y su sobrino William Gordon, ya que entre este puerto y Hamburgo había importantes relaciones comerciales.
En Cádiz conoció a Frasquita Larrea (1775-1838), con la que contrajo matrimonio. Esta fue una cultísima dama ultracatólica con una tertulia en Cádiz. Había viajado por Francia y Alemania, dominaba el francés y el alemán con soltura, leía a Shakespeare y a Madame de Staël, conocía el pensamiento de Kant y Descartes y tenía como lectura de cabecera las obras de la feminista Mary Wollstonecraft (la madre de Mary Shelley).
La hispanofilia de Bölh de Faber le indujo a coleccionar literatura española, acumuló una importante biblioteca y llegó a ingresar en la Academia de la Lengua. En sus viajes a Alemania asimiló la estética de los hermanos Schlegel sobre arte, literatura y, en particular, sobre Calderón de la Barca. Las ideas de Böhl de Faber, expuestas a raíz de un debate periodístico entre Nicolás y José Joaquín de Mora en Cádiz entre los años de 1814 y 1820, contribuyeron a perfilar una de las vertientes importantes del Romanticismo español, la basada en la vuelta al pasado (a diferencia de la que encuentra su expresión en una actitud de protesta y rebeldía). Tanto Nicolás como su mujer defendían la restauración de los valores caballerescos tradicionales.
El espíritu de este primer romanticismo se halla presente en la primera fase del movimiento realista. Cecilia Böhl de Faber (Morges, 1796 – Sevilla, 1877), la primogénita del matrimonio, conocida por su seudónimo de Fernán Caballero, publica La gaviota en 1849, la novela que inicia el Realismo costumbrista en España.
La segunda hija del matrimonio, Aurora, se casó con Thomas Osborne Mann, un inglés, socio importante de Duff-Gordon y, posteriormente, fundador de las Bodegas Osborne. Formaron una sólida familia con una fortuna en aumento, cinco hijos educados en Inglaterra y mantuvieron la doble nacionalidad; si bien, en hábitos y costumbres eran españoles, lo que queda demostrado en la castellanización de los nombres.
La primogénita, María Manuela Osborne y Böhl de Faber, se casó con Francis Morgan, un galés que se estableció en el Puerto de Santa María como bodeguero y exportador de vinos de Jerez. El benjamín de la familia fue Francisco Javier, «Curro», nacido en El Puerto de Santa María, pero educado en Inglaterra. A pesar de ello, nunca olvidó sus orígenes y viajaba a «casa» cuando tenía ocasión; de hecho, atribuía a ser español su carácter alegre y jovial que destacaba en el ambiente inglés y católico de principios del siglo xx.
Francis Morgan fue un hombre culto, con una muy buena educación. Estudió en el Oratorio Filipense de Birmingham, donde fue alumno del padre John Henry Newman. Después pasó al instituto de bachillerato de monseñor Thomas John Capel en Londres, para luego ingresar en la Universidad de Lovaina. Al cabo de dos años, regresó al Oratorio de Birmingham como novicio y se integró en él. Y, aunque al principio impartió clase en la escuela del oratorio, la mayor parte de su vida la dedicó a labores pastorales en la parroquia que regían los filipenses. Fue allí donde conoció a una viuda recientemente convertida al catolicismo que acudía al oratorio en busca de consuelo espiritual: Mabel Tolkien, junto con sus hijos John Ronald y Hilary.
En septiembre de 1900, Mabel había conseguido matricular a Ronald en la prestigiosa King Edward’s School de Birmingham y los domingos la familia asistía a misa en la iglesia del oratorio. Cuando las dificultades económicas que atravesaba la viuda le impidieron seguir pagando el colegio, el padre Francis lo acogió en la escuela que atendían los religiosos y allí permaneció hasta septiembre de 1903, cuando consiguió una beca para volver a la King Edward’s School.
Mabel Tolkien falleció en 1904, después de un coma diabético, en la casa de campo de Rednal, que el cura le había conseguido y asistida por el padre Francis, a quien dispuso en su testamento como tutor legal de sus dos hijos.
Los medios económicos que dejaba para la crianza de los niños eran muy escasos, pero el padre Francis los complementó en secreto con dinero procedente de su parte del negocio familiar en el Puerto de Santa María.
Después de que pasaran algún tiempo con una tía con la que no se sentían a gusto, Francis Morgan decidió alojar a los hermanos Tolkien en la pensión de la señora Faulkner, justo al lado del oratorio. Allí, Ronald, de 16 años, conoció a Edith Bratt, de 19, comenzando así una especial amistad entre los dos adolescentes. Francis Morgan se opuso a que Ronald tuviera ninguna relación sentimental antes de que fuera mayor de edad, a los 21 años, por miedo de que echase a perder sus excepcionales aptitudes si no conseguía la beca que necesitaba para estudiar en Oxford.
Francis y Tolkien compartieron una larga e intensa relación, que se prolongó toda su vida, casi de padre e hijo biológicos. Incluso en su testamento, legó mil libras a cada uno de los hermanos Tolkien y el reloj familiar, que había hecho traer desde España, para John. Quizá una muestra de la influencia de esta relación puede apreciarse en la vinculación de Bilbo y Frodo o Elrond y Aragorn. La imagen de un tutor que resulta ser más que un padre y que es crucial para el futuro de su protegido. También su afición de fumar en pipa proviene del padre Francis, un vicio que se permitía en sus momentos de asueto en Rednal, y que comparten la mayoría de los personajes de la obra con el autor y su protector. Incluso en el prólogo de The Lord of the Rings dedica un apartado a la hierba para pipa, tan importante para los hobbits como para ellos. Al parecer, era frecuente que John de niño le pidiera a su tutor que le contara cosas de España. Quizá las historias y viejas anécdotas familiares hayan tenido alguna influencia, muchos años después, en la Tierra Media.
Existen algunas coincidencias curiosas, como por ejemplo que el área delimitada por Jerez de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda y el Puerto de Santa María, se conozca popularmente como «La Comarca»; también el gran conocimiento que demuestra sobre bodegas y el sistema de transporte fluvial de barriles entre el Reino del Bosque y la Ciudad del Lago que describe en el capítulo 9, «Barrels out of bond», en The Hobbit, y que es similar al que había entre Jerez y el Puerto.
Durante el Concilio, en la segunda parte del primer libro de The Lord of The Rings, Elrond hace una llamativa afirmación: «Time was when a squirrel could go from tree to tree from what is now The Shire to Dunland west of Isengard». Este enunciado no es más que la traducción directa de una frase atribuida falsamente a Estrabón, quien describe España como una gran extensión de montañas y bosques, aunque jamás hace mención alguna al pequeño mamífero. Sin embargo, tal supuesto permanece hasta hoy en el acervo cultural español y es posible que llegase a Tolkien a través del padre Francis.
También, desde un punto de vista lingüístico y etimológico, muy del gusto de Tolkien, podemos apuntar que tanto Anduin, el principal río de Gondor, como Guadalquivir significan «río Grande» en sus respectivos orígenes. Ya de niño, en 1907, uno de los primeros idiomas que Tolkien crea es el Naffarin, de forma más rigurosa que el Nevbosh, dado que ya conoce la Ley de Grimm, «influido desde el punto de vista del sonido por el español (y, por lo tanto, por el padre Francis, que era de ascendencia mitad galesa, mitad angloespañola» (Garth, 2014:40).
En la edición de El Hobbit Anotado, Douglas A. Anderson busca referentes para los acertijos del capítulo 4, «Riddles in the dark», y no encuentra ninguno para el del viento: «Voiceless it cries,/ Wingless flutters,/ Toothless bites,/ Mouthless mutters» (Tolkien, 2006:88). El propio Tolkien reconoce que no son completamente originales:
«And what about the Riddles? There is work to be done here on the sources and analogues. I should not be all surprised to learn that both the hobbit and Gollum will find their claim to have invented any of them disallowed» (Carpenter, 2000:32).
En la obra de Cecilia Böhl de Faber Cuentos, adivinanzas y refranes populares, publicada en 1921, aparece este: «Vuela sin alas, / silva sin boca, / azota sin manos, / y tú ni lo ves ni lo tocas». La adivinanza para la que no hay un modelo claro en inglés es prácticamente la traducción de la recogida por Fernán Caballero, ilustre tía abuela de Francis Morgan, que incluso jugó en sus rodillas de niño. Hay otra coincidencia entre la recopilación y The Hobbit, pero en este caso es un acertijo proveniente de la cultura clásica, una variante del que la esfinge propone a Edipo. El de The Hobbit: «No-legs lay on one-leg, two-legs sat near on three-legs, four legs got some» (Tolkien, 2006:91), es muy similar al que aparece en la obra de Cecilia: «Estaba dos pies comiéndose un pie, / vino cuatro pies y se llevó el pie; / dos pies le tiró tres pies, / y cuatro pies saltó el pie».
Otras posibles influencias de Cecilia Böhl de Faber o de los antepasados del padre Francis son el aire romántico, nostálgico y hasta cierto punto escapista de su obra; el concepto de declinación y caída; el amor por la naturaleza y la morosidad de las descripciones, acompañadas de la crítica al progreso y la alabanza de lo rural y natural; la fuerte presencia de la tradición y el folklore popular…
Suele ser una constante entre los críticos referirse siempre al padre Francis Morgan como un personaje intransigente incapaz de entender la relación de su protegido con Edith:
«I had to choose between disobeying and grieving (and deceiving) a guardian who had been a father to me, more than most real fathers, but without any obligation, and “dropping” the love-affair until I was 21. I don’t regret my decision, though it was very hard on my lover».
Su trasunto literario, según ellos, sería el cruel rey elfo Thingol de El Silmarillion, que obliga a Beren a ir a buscar un Silmaril de la corona de Morgoth para poder casarse con su amada Luthien, la hija del monarca; así como Elrond, cuando prohíbe a Aragorn comprometerse con ninguna mujer hasta que no se decida su destino.
Es importante destacar que la base de la objeción estaba en la distracción que suponía para el joven John, que necesitaba una beca para poder estudiar. Una vez le comunicaron que reanudaban la relación tras su mayoría de edad, no hubo más problemas por parte del sacerdote; de hecho, fue de acompañante de la joven en varias ocasiones y pasó varias vacaciones con la familia a lo largo del tiempo. Numerosos hechos y anécdotas familiares demuestran la ausencia de problemas entre protector y protegido. Por ejemplo, que en élfico, la raíz relacionada con Francis está asociada a la libertad o la salvación y que a su primer hijo lo llamara John Francis Reuel. Pero lo más gráfico son sus propias palabras recordando, años después, lo que sintió a la muerte de su tutor:
«I remember after the death of Fr Francis my “second father” (at 77 in 1934) saying to C. S. Lewis: I feel like a lost survivor into a new alien world after the real world has passed away».
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