Cuando era chaval, Orald Únerion -por entonces tío Manolo- me ofreció en varias ocasiones su Señor de los Anillos para leerlo, incluso me insistió en que viera la película de un tal Bakshi, demasiado oscura para mí. También mi madre me regaló un ejemplar de la ‘reciente’ edición de El Hobbit, libro que quedó debidamente arrinconado hasta más ver. Sin embargo, un bendito partido de fútbol-sala fue el que me hizo caer del caballo y me abrió la puerta a la Tierra Media: realmente me hizo caer al suelo, destrozó mi muñeca e impidió mi triscar por los cerros y mi salpicar en la playa y la piscina; esa escayola marcó mi verano y… el lomo de mi ‘Historia de una ida y una vuelta’. Mi pasión por Tolkien había comenzado.
Y, como muchos habéis experimentado, es inevitable querer compartir esa pasión. Mi tío Manolo se mudó a dos mil kilómetros de distancia y solo hablaba de Tolkien con alguno de mis compañeros del rugby mientras trotábamos en los calentamientos. Pero me complace decir que había alguien más: mi padrino, el que me regaló medalla-escapulario, ejemplo de fe y familia y grandes conversaciones. Mi tío Benjamín trabajaba en Correos, como John Ronald en la Gran Guerra era un experto de las comunicaciones: telegrafista -con su morse y todo-, teletipista… y demás cometidos del ramo. ¡Cuántas veces nos encontramos en el parque de delante de su oficina y comentamos los ‘Cuentos’ (Inconclusos y Perdidos)! ¡Cuántos intensos momentos de rugby y Tolkien querríamos haber multiplicado sin límite de tiempo!
Finalmente descubrí la Sociedad Tolkien Española: se ampliaba mi acceso al saber tolkiendili; me sorprendían tantas y tantas manifestaciones artísticas inimaginadas inspiradas en la vida y obra del Profesor, y entablaba nuevas conversaciones y amistades con otros apasionados ‘de mi misma calaña’. Con el paso de los años varios López y varios Prieto se fueron uniendo a Cuernavilla, también mis tíos Manolo y Benjamín. Y vivimos muchas lecturas y actividades gratificantes y felices. Tolkien rules!
Que la STE tenga treinta años nos ha permitido encontrarnos a muchos… pero esa edad conlleva también sus despedidas.
La pasada Pascua de 2021 Benjamín ‘Benjamóin, padre de Glóin’, aficionado a Tolkien y socio de la STE, recibió el Don de Ilúvatar y el Padre de Todos se lo llevó consigo.
“Con tristeza hemos de separarnos, más no con desesperación. No estamos sujetos para siempre a los confines del mundo y del otro lado hay algo más que recuerdos”.
Al final, “juntos tomaremos el camino que lleva al Oeste y juntos encontraremos una tierra en donde los corazones tengan descanso” y tenemos la esperanza de que, tras la Dagor Dagorath, llegará la segunda Ainulindalë y cantaremos eternamente la gloria de Eru.
His dryhtne dyrest and maga deorost.
Wes thu hál!
Ferthu, Benjamóin, ferthu!
Erkenbrand Lalaith, Señor de la Hermosa, Majestuosa e Inexpugnable Fortaleza de Cuernavilla.
Imagenes: The Riders of Rohan, edición limitada de Ted Nasmith, firmada y dedicada a Benjamín y todos los fans de Cuernavilla (2ª imagen).